domingo, 8 de marzo de 2009

Carlos Blanco Aguinaga al Vicerrector Urrestarazu


Como ya os comentábamos anteriormente, Carlos Blanco Aguinaga se ha sumado a nuestra revuelta en contra de la supresión de distintas filologías. Muestra de ello es la carta que le ha escrito al actual vicerrector de la EHU/UPV:

Carlos Blanco Aguinaga, Catedrático emérito de la Universidad de California e iniciador de la sección de Filología Hispánica en la UPV/EHU, expresa su protesta ante los rumores de eliminación de cuatro titulaciones en Filología en el Campus de Álava.


Vicerrector de Campus

Eugenio Ruiz Urrestarazu

6-III-2009


Muy estimado Sr. Vicerrector:

Le escribe Carlos Blanco Aguinaga, ahora professor emérito de la Universidad de California y, en su día, Catedrático extraordinario de la Universidad del País Vasco, EHU, en la Facultad de Vitoria-Gasteiz, a donde llegué en 1980 como Catedrático contratado para iniciar la sección de Filología Hispánica. Y me permito escribirle porque me han llegado noticias de que el Sr. Rector de la EHU pretende eliminar de su Facultad las secciones de Filología Hispánica, Filología Clásica, Filología Francesa y Filología Germánica, lo cual -como a la mayoría de su profesorado y alumnado- me parece, por lo bajo, una aberración y una barbaridad cultural, tanto desde un punto de vista general como por lo que se refiere a la cultura vasca.


Le supongo, claro está, totalmente informado de la historia de su Facultad desde que, guiados por Koldo Mitxelena y el decano Emiliano Fernández de Pinedo, historiador el segundo y gran filólogo el primero, iniciamos el campus de Vitoria-Gasteiz. Pero no viene mal recordar que Koldo Mitxelena, gudari durante la Guerra Civil, preso después durante muchos años bajo el franquismo y hombre culto y civilizado si los ha habido, fue un indoeuropeísta de talla y, por supuesto, un gran maestro de la Filología vasca. A lo que en este caso importa añadir que fue él, principalmente, el impulsor en la Facultad que usted dirige de los estudios que ahora se pretende eliminar. Sé bien que no se debe hablar por los muertos, pero me atrevo a sugerir que la propuesta del Rector le parecería a Koldo una agresión, no ya a su persona, sino a los ideales culturales de todo el pueblo vasco.


Pero quizá pueda decirse que poco importa la muy probable opinión de un sabio ya muerto. Salvo que hoy por hoy está de acuerdo con esa probable opinión el profesorado de su Facultad, desde los especialistas en Filología Vasca hasta los de Historia, pasando por los de las otras Filologías.


Los textos de queja o protesta que he leído de su profesorado, tanto los culturales (sin excluir cuestiones de docencia en colegios e institutos) como los económicas (centralmente, que la enseñanza de las humanidades quedaría en manos de universidades privadas) me parecen
son- irrefutables, y no veo cómo, frente a esos argumentos, puede el actual Rector llevar a cabo lo que se propone. Le ruego, por tanto, que haga usted todo lo posible por apoyar a su propio profesorado y alumnado.


Dándole las gracias por su atención a este mensaje, le saluda muy atentamente,

Carlos Blanco Aguinaga

Profesor Emérito Universidad de California

Ex-Catedrático extraordinario de la UPV/EHU


Su apoyo no resulta un mero aliento más, ya que fue uno de los fundadores de doctrina hispánica en el Campus de Álava.

Por otra parte, también recibimos una carta de Almudena del Olmo dirigida tanto al rector, Iñaki Goirizelaia, como al vicerrector anteriormente citado. A continuación os la copiamos.


Magfco. y Excmo. Sr. Rector de la UPV/EHU y Sr. Vicerrector del Campus de Álava:

A través de mis colegas de la Facultad de Letras de su Universidad, me llegan noticias alarmantes acerca de la posible desaparición de las licenciaturas -títulos de grado en el contexto del Espacio Europeo de Educación Superior- de Filología Hispánica, Clásica, Francesa y Alemana. He contrastado tal información en la prensa y quiero manifestar mi más enérgico rechazo a la consumación de eso que estimo una merma inaceptable en la calidad de los servicios que la Universidad debe prestar a la sociedad, no en aras solamente del pragmatismo económico o de la capacitación profesional. La Universidad debe formar ante todo a ciudadanos capaces de pensar por sí mismos para configurar un pensamiento crítico con que enfrentar una realidad histórica conflictiva en grado extremo. Ese pensamiento crítico es lo único que nos hace libres y ese es mi compromiso personal como docente universitaria. En este sentido, las humanidades, y en particular, las filologías han sido desde las civilizaciones más antiguas el puntal de los sistemas de enseñanza. Somos lo que podemos comprender a través de las palabras y lo que podemos expresar a través de las palabras. La palabra -su uso y su comprensión- es el arma más sólida de la que disponemos para progresar y para defendernos de cualquier intento de manipulación porque implica pensamiento y reflexión en libertad.

Desde sus puestos de responsabilidad en el gobierno y gestión de la UPV, ¿van a colaborar en la desaparición de esas filologías? ¿A cuántos jóvenes, a cuántas generaciones van a privar de uno de los patrimonios culturales más sólidos que la Universidad -recuerden la etimología de esta palabra- está obligada a difundir? ¿El Espacio Europeo de Educación Superior resulta coartada suficiente, paradójicamente para la supresión de esas cuatro filologías?

Estoy apelando a su conciencia. La sociedad no merece la ignorancia con la que, cada vez más, estamos amordazando a sus ciudadanos.


Almudena del Olmo Iturriarte

Ciudadana de Euskalerria y Profesora Titular de Literatura Española del Departamento de Filolofía Española, moderna y Latina de la Universidad de las Islas Baleares.



Para ir terminando, os adjuntamos un texto Lázaro Valbuena. Os recordámos que mañana hay reunión en la cafetería de Letras a la 13.30:


No puedo ocultaros hoy mi preocupación, decía un día Lázaro Valbuena a sus alumnos. Mi preocupación ni mi tristeza. No puedo ocultároslas. Tampoco quisiera. Me mandó llamar hace algún tiempo el director del colegio de Ismaelillo. El colegio de Ismaelillo. Muy grande. Muchas canchas. Pocos libros. Me mandó llamar para comunicarme que ya no se iba a impartir más clases de poesía. Perplejo, le pregunté: “¿Acaso se puede impartir clases de otra rosa que no sea la poesía? En la universidad, yo no sabría...” El director intentó ablandarme. Desbravecerme. Que estuviera tranquilo. Que no me preocupara. Que ya leería Ismaelillo poesía en casa. Pero que, ciertamente, los números cantan. Se matriculan muy pocos niños en esa asignatura. Y no es rentable. Así me dijo. No es rentable. “¿Los números cantan?”, le interrumpí. “¡Por Dios, señor director! Los números harán probablemente un sinnúmero de cosas. Pero jamás cantan. No saben. Cantar es una pompa que los números no saben. Y, ¿qué es eso de que la poesía no es rentable? No es rentable, ¿para qué? ¿para quién? Tal y como usted entiende la rentabilidad, tampoco son rentables los colores de las plumas de los sombreros de los indios, ni los sueños cautivos en las almohadas, ni la espuma que espera a los olas de jabón, ni respirar,... De qué rentabilidad ni de qué rentaleches me está hablando, señor director...” Huelga deciros que este locuaz desahogo no surtió efecto alguno. El director, digno, circunspecto, impecable, se despidió cortésmente. Y, claro está, ya no habrá más clases de poesía para el pobre Ismaelillo. Menos mal que él es un pulgarcito meñique que parece como si desprendiera versos cuando anda... Este volatín me recuerda a Juan Larrea para quien, por cierto, la poesía era una “sucesión de sonidos elocuentes movidos a resplandor”. Fijaos bien, decía Lázaro Valbuena a sus alumnos. Elocuencia. La poesía es elocuente o no es. Ahí su rentabilidad. En la elocuencia. No es poesía el empalago de flores ni de abejas libando ni de pífanos militares. Es poesía la que dice. La que dice la verdad. La que la anuncia. La que denuncia. Desde el amor. Desde la rabia. Desde la pena. Ahí su rentabilidad. La poesía es placer. Es conocer. Placer y conocer desde la belleza. Desde la belleza, la única manera de penetrar la realidad. La palabra. El nombre exacto de las cosas. La palabra desnuda. Inerme. La palabra armada de futuro. La palabra armada sólo de palabras. Juan Ramón Jiménez, que sabía muy bien de todo esto, sabía “que la poesía -la poesía, entiéndase bien- no es cosa de tiros”. Ahí su rentabilidad. En su indefensión. En su autenticidad. En su humanidad. La poesía sí que canta. Señor Director. La poesía es peligrosa precisamente porque canta. Porque no se calla. Acallarla no es una victoria. El colegio de Ismaelillo es un poco menos colegio. Un poco más sistema. Señor Director.


¡"LETRAS" VIVE, LA LUCHA SIGUE!

2 comentarios:

  1. tenéis todo mi apoyo. La educacion de los estudiantes no es ningún negocio ¡Protesto, protesto, protesto!

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  2. Me parece que el último texto es de Juan de la Cruz, no de Lázaro Valbuena...

    ¡Qué razón tienen todos los textos...!

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